España gana sobre la bocina
España pone punto final a la fase de grupo de la Liga de las Naciones con una victoria agónica sobre Suiza
Yeremi Pino y los Bryan, Gil y Zaragoza, lograron los goles de la selección de Luis de la Fuente
España pone punto final a la fase de grupo de la Liga de las Naciones con una victoria agónica sobre Suiza. Yeremi Pino y los Bryan, Gil y Zaragoza, lograron los goles de la selección de Luis de la Fuente, que sesteó a rato en un partido sin nada en juego. El Heliodoro Rodríguez López ovacionó a Pedri, que falló un penalti.
España afrontaba el duelo contra Suiza, el último de la primera fase de la Liga de las Naciones, con la satisfacción del deber cumplido y del trabajo bien hecho. Más que perfecto, pluscuamperfecto. Así ha sido el desempeño de la selección de Luis de la Fuente en este peregrinar, a veces poco atractivo por la enjundia de algunos rivales, camino de las etapas alpinas de esta competición que se han inventado Ceferin y sus secuaces para seguir ordeñando la vaca del fútbol europeo, que cada vez da menos leche y más coces en forma de lesiones. No divagaré, que me enciendo.
Luis de la Fuente, que también había perdido a Baena, Zubimendi, Oyarzabal y Ayoze desde el partido ante Dinamarca, se había ganado el derecho a rotar. Y lo ejerció. El once que saltaban al césped del Heliodoro Rodríguez López, de infausto recuerdo eterno para un madridista que se precie, era totalmente distinto del que dispuso el viernes en Copenhague, del portero al delantero centro.
Por partes. El guardameta era el realista Álex Remiro, escoltado por una línea de cuatro integrada por Mingueza, Cubarsí, el debutante Paredes y Grimaldo. Por delante Casadó y Fabián se repartían el doble pivote. La línea de tres mediapuntas era para Yeremi Pino, Pedri y Nico Williams. Arriba formaba el capitán Morata, «delantero defensivo» como él se autorretrata con sorna y acierto. Muy defensivo, sí, pero a un gol de igualar a Fernando Torres con 38 como el tercer máximo artillero de la historia de la selección española.
Manda España
Enfrente Suiza, que venía a Tenerife con las botas y la crema de protección solar puestas porque no se jugaba nada. Descendida y en pleno proceso de reconstrucción, lejos de aquella selección competitiva y rocosa que otrora nos hacía pasarlas canutas. Su seleccionador dispuso un equipo plagado de suplentes pensando más en el futuro que en el partido.
Salió mandona España con sus señas de identidad: fútbol rápido y vertical, presión alta y campo ensanchado. Un disparo venenoso de Nico Williams en el minuto 5 fue el primer aviso de la selección de Luis de la Fuente. La pelota era monopolio indiscutido de La Roja. Profundos los laterales, incisivos los extremos, currante Morata y ubicuo Pedri.
Otra vez Nico Williams fue protagonista en el 12 del segundo aviso español. Maniobra individual desde la izquierda de fuera hacia adentro y disparo que se marchó (un poco) alto. España se lo tomaba con un punto de calma con la pelota mientras Suiza trataba de no deconstruirse demasiado pronto. El tiempo era su mayor aliado y llegaron vivos al minuto 18.
Mingueza chupaba cámara con sus peligrosas incursiones ofensivas. Resistía bien organizada Suiza. Maduraba el juego España con paciencia pero sin la intensidad de otras veces. Morata apareció en un par de ocasiones por su hábitat natural, que no es el área sino el fuera de juego. El ritmo había decaído por mor de que no había nada en juego.
Pedri no, Yeremi sí
A la media hora el colegiado nos obsequió con un penaltito sobre Morata que, a fuer de ser sinceros, digamos que era poquita cosa. El Heliodoro pidió que lo tirara Pedri y Morata, santo varón donde los haya, se lo cedió. Pedri ejecutó y el portero suizo lo rechazó abajo. Menos mal que su rechace le cayó a Nico y el rechace del tiro de Nico le cayó a Yeremi Pino que, a la tercera, no perdonó y logró el primero de España. Con suspense pero también vale.
Luego daría el susto Pedri al echarse la mano a la rodilla tras un resbalón y posterior encontronazo con Amdouni. Por suerte se quedó en nada y el tinerfeño pudo volver al césped. En las postrimerías del primer tiempo hubo un par de escaramuzas de nuestra selección que se quedaron en nada y con ellas nos fuimos al descanso.
Del que regresamos con un par de cambios en España. Nuevo portero, Robert Sánchez, y nuevo nueve, Samu Omorodion. En la caseta se quedaron Remiro y Morata. Arrancó con susto por un tropezón de Paredes, que se dejó comer la tostada por Monteiro, que rozó el gol con un buen disparo cruzado.
En el 60 Luis de la Fuente siguió con los cambios: Bryan Gil por un desacertado y ovacionado Nico Williams. Eran minutos de relax y tanto nos relajamos que Monteiro, que ya había avisado unos minutos antes, logró retratar otra vez a Paredes dentro del área, igual que a Grimaldo y la cruzó por debajo de las piernas de Robert Sánchez. Pues nada, 1-1 y partido nuevo.
España se duerme y despierta
Que no le duró a Suiza ni siete minutos porque Bryan Gil cogió una pelota en el pico del área, sentó a cuantos rivales le salieron al paso y la cruzó con un tiro seco para batir a Mvogo. Pues donde dije partido nuevo, digo otra vez España por delante. Entró el otro Bryan, Zaragoza, por Yeremi Pino también dispuesto a hacer diabluras como su homónimo. Los Bryan, sobre todo Gil, le habían cambiado la cara a la selección y destrozaban, regate va, regate viene, a la defensa suiza.
El Heliodoro se vino abajo con el cambio de Pablo Barrios por Pedri, que se llevó la ovación del día. En los minutos postreros tuvo alguna aproximación Suiza, como un buen disparo lejano que sacó Robert Sánchez, pero el partido parecía resuelto. Parecía porque Fabián quiso darle emoción cuando despejó la pierna de un rival por estar con la vista puesta sólo en la pelota. La pena máxima, innecesaria y un poco obscena, la ejecutó Zeqiri para lograr el 2-2.
Y cuando parecía que el empate iba a ser el resultado final llegó el penalti sobre Bryan Zaragoza. Era el minuto 90 y el extremo de Osasuna se la pidió. Tomó aire y carrerilla, resopló y ejecutó la pena máxima para sellar la victoria de España con el agónico (aunque no por ello menos merecido) 3-2 con el que la selección de Luis de la Fuente cerró la fase de grupos de la Liga de las Naciones.